01 septiembre 2008

Crítica ficcional de un «Cuento no ficcional»

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Por: Armando Alzamora


En el breve texto que Jorge Vergara titula «Cuento no ficcional», se lee lo siguiente: «Cuando el punto suceda a la letra habré terminado de escribir». Se suscita un problema. Si el punto marca el fin de la escritura, ¿qué es el punto exactamente?, ¿es escritura misma o simbolización delimitadora entre lo escritural y el vacío? Existen dos hipótesis: una idealista; la otra, materialista.

La primera afirma que si el punto es escritura, tendríamos que admitir que el punto no es el fin, pero sí lo es el vacío que le sucede. Dicho de otro modo, con el punto daríamos por acabado el terreno escritural y tendríamos que pensar en una línea, invisible acaso, que suceda al punto y que delimite claramente el enunciado escrito. Esta hipótesis es idealista, porque se entiende que la línea no existe en lo concreto, está pero no está, es ideal per se; una necesidad ontológica.

La segunda hipótesis (materialista, se entiende) nos dice: Si se diera el caso de que el punto fuese el límite, entonces tendríamos un problema estráticamente ontológico, ya que no puede probarse la existencia de un «más allá del punto», pero sí la de un «más allá de la escritura»: estrato moroso, inexpugnable, siempre en pérdida: el punto. Con ello tendríamos que admitir que el punto es un objeto autónomo e insular (como la línea invisible pero visible) que linda (siempre, hay que decirlo) entre el vacío y la escritura. En conclusión, la escritura se delimitaría a sí misma, es decir, posee sus fronteras, es finita, con o sin punto.

De uno u otro modo, se prueba que el texto de Vergara es un sofisma. En efecto, el punto nunca marcaría el fin de la escritura.