19 agosto 2008

LA NUEVA NARRATIVA PERUANA EN LA UNIVERSIDAD NACIONAL FEDERICO VILLARREAL

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»» Por: Gabriel Ruiz-Ortega

¿Cómo llegó a darse el ciclo de charlas y presentaciones La Nueva Narrativa Peruana en la universidad Federico Villarreal?, me preguntó un amigo hace unos días. Le respondí que el ciclo es organizado por Otras Voces, revista editada por un grupo de estudiantes de Literatura de dicha casa de estudios.
El pasado mes de abril, el director esta revista, Armando Alzamora, me consultó si podía presentar en su universidad Generación Cochebomba, la novela de Martín Roldán Ruiz. Como ya había leído esa interesante novela, ambientada en el segundo lustro de los años ochenta, le dije que sí. Pasaron unos días y recibo otro mail de Armando, en el que me cuenta que pensaba aprovechar la presentación de la novela de Roldán para dar inicio a un ciclo de charlas y presentaciones de nuevos escritores peruanos, y que para ello le “gustaría contar con varios autores de Disidentes”. Como este tipo de proyectos deben tratarse frente a frente, acordé con él y su grupo de apoyo (Jonathan Timaná y Jorge Vergara) una reunión en un chifa del centro de Lima. Fue allí en el que intercambiamos opiniones sobre lo que se quería buscar con el ciclo, el cual tendría como principal objetivo el entablar un fecundo diálogo directo entre los alumnos y los escritores que se pensaba invitar.

Le pregunté a Armando si el ciclo iba a tener alguna clase de apoyo de las autoridades de la casa de estudios, a lo que él me respondió que sí, que tanto la directora de la Escuela de Literatura y el decano de la Facultad de Letras iban a brindar todas las facilidades para que este se desarrolle de la mejor manera, cosa que me pareció importante porque, al menos, sin apoyo moral y voluntad por llevar las cosas a buen puerto, nada tiene sentido, y con mayor razón cuando estas charlas iban a ser programadas en un horario no muy atrayente: al mediodía.

No tuvimos ninguna divergencia al escoger a los escritores que pensábamos invitar. Aunque mientras barajábamos los nombres me di cuenta de que el privilegiar a los escritores incluidos en Disidentes podía ser visto como un acto de preferencia de mi parte, por un lado; y por otro, que en los últimos meses habían aparecido buenos narradores que merecían estar en un evento como este. Por ello, de los ocho invitados al ciclo sólo se iba a incluir a tres de la antología. Vale destacar la buena onda de todos los escritores al aceptar la invitación formal. Como dije líneas arriba, el horario no parecía ser el de los mejores, y estoy seguro de que fue la oportunidad de establecer un diálogo con los alumnos lo que terminó convenciéndolos.

Y para las tres primeras fechas ya teníamos programada la presencia de M. Roldán Ruiz (13/6), Alexis Iparraguirre (27/6) y Leonardo Aguirre (18/7).
El ciclo arrancó de la mejor forma: un lleno total de la Sala de Grados Antenor Orrego, y no sólo con alumnos, sino también con los más insignes representantes de la movida subte de los ochenta. Roldán Ruiz hizo gala de un conocimiento de causa de lo que cuenta en su novela, porque al igual que los alumnos, él también había recorrido esas mismas calles del centro, pero con la diferencia de que él lo hizo cuando estaban ornamentadas con bombazos, cochebombas, levas, apagones, etc.

El mismo entusiasmo por el diálogo se notó al hablarse de El inventario de las naves, de Alexis Iparraguirre. Él dio cuenta de las influencias que nutren su escritura, que no son exclusivamente literarias, como podría colegirse cuando se lee el libro, sino que muchos de los motores de esta yacen en la experiencia de vida, la cual lo marca como escritor y de la que se vale para proyectar en los perfiles de sus personajes y en la atmósfera de sus cuentos.

Cuando todo estaba destinado a abocarnos con la charla Leonardo Aguirre, un amigo me mandó un mail en el que me comunica que Claudia Ulloa Donoso se encontraba en Lima. Hice la consulta del caso con Armando, y no tardamos en enviar la invitación formal a la autora de El pez que aprendió a caminar y Séptima Madrugada para saber si podía estar en el ciclo. Ella aceptó, a lo mejor por el mismo motivo que también convenció a los otros escritores: conversar con los alumnos. Su charla se programó para el martes 8 de julio, día un tanto telúrico, puesto que al día siguiente iba a realizarse el Paro Nacional de la CGTP, cuyo local sindical queda ubicado a cuadra y media de la casa de estudios. Aún así, se logró sortear ese obstáculo puesto que los alumnos y el público asistieron en buen número para escuchar a la escritora, quien hizo un derroche de imaginación, sensibilidad y sencillez ante cada una de las muchísimas preguntas que se le hizo.

Para la cuarta y última fecha de la primera etapa del ciclo, tuvimos a Leonardo Aguirre. Una vez más quedó claro que lo debe importar a la hora de valorar una obra literaria es saber diferenciar bien a la persona de su obra. Aguirre es autor de tres libros (Manual para cazar plumíferos, La musa travestida y El Conde de San Germán) bien tratados por la crítica, y es reconocido por los lectores como uno de los principales nuevos narradores peruanos. Entre las cosas que dijo, pues está el hecho de que se encuentra escribiendo sobre temas muy distintos a los ya recorridos.

Un factor importante para despertar el interés de los asistentes en la rueda de preguntas, la cual, como señalé, es el espíritu de estas charlas, fue el muy bien desempeño que tuvieron los presentadores, al punto que en no pocas preguntas se citaban algunos párrafos de sus intervenciones. Dimas Arrieta, José Guich, Julián Pérez, Nora Fataccioli, Francisco Ángeles y Carlos Yushimito fueron claves para dar peso a estas cuatro primeras fechas.

El mismo amigo que me hizo la pregunta sobre estas charlas y presentaciones, también me comentó que deberían realizarse más ciclos como este. Y estoy muy de acuerdo con ese comentario. Soy de la idea de que más ciclos como el organizado por la revista Otras Voces deben hacerse por la sencilla y medular razón de que como nunca antes tenemos una eclosión de narradores que no solo está signada por la cantidad, sino también por la calidad. Y un ciclo es insuficiente para dar cuenta de muchos de ellos. Como dije líneas arriba: todo puede hacerse siempre y cuando haya voluntad y compromiso.

Hace una semana se dio inicio a la segunda etapa del ciclo Eduardo Reyme Wendell, autor de Duerme tranquila, Rebecca, de quien su presentador, Marco García Falcón, dijo que tranquilamente podría ubicársele junto a Edwin Chávez, Luis Hernán Castañeda y Carlos Gallardo.

Y en las próximas semanas tendremos a Katya Adaui Sicheri (29 de agosto), Rafael Inocente (5 de setiembre) y Marco García Falcón (26 de setiembre).

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15 agosto 2008

EL CUARTO PODER: PERIODISMO, TELEVISIÓN Y PODER

___________________________________________________________________ »» Por: Pamela Medina






… en realidad escribo por escribir. Porque escribir es una manera de desahogo, este es un intento por provocar a todos los que no pueden desembarzarse de buscar la verdad.

El periodismo en nuestro país y en otras partes del mundo ha sido bautizado como el cuarto poder después del legislativo, el ejecutivo y el judicial. Éste se materializa mediante la radio, el internet, los diarios o revistas; pero de una manera masiva a través de la televisión. Podemos decir que nuestro acercamiento al periodismo se encuentra en gran medida por la televisión. Los medios de comunicación, entonces, tienen un papel muy importante en la difusión del cuarto poder.

Una de las armas que identifica al periodismo es “la libertad de expresión”. Con ésta se encuentran en la capacidad de opinar libremente, denunciar injusticias, y pedir cambios. La libertad de expresión fue el emblema que se utilizó para devolver la democracia al país tras el gobierno de Fujimori y es la que tanto se reclama en países como Venezuela por ejemplo. En este sentido el cuarto poder representó para el gobierno un foco de críticas constante, un expositor de sus errores, un denunciador de sus atropellos, etc. por lo tanto la gran oposición. La única manera de seguir con la dictadura es aboliendo el síntoma, bajarse a la prensa, callar al periodismo, y comprar los medios de comunicación.

Los tres poderes del estado peruano se encargan de producir leyes, dirigir los servicios públicos, defender la nación, en resumen de modelar nuestro país bajo unos parámetros determinados. Tenemos derechos; pero debemos de seguir ciertas leyes para la correcta convivencia con otros peruanos. Bajo esto, somos ciudadanos con facultades para desenvolvernos en la sociedad y para hacer uso de los servicios públicos. Y por ultimo nos encontramos representados a través de una persona (peruana como nosotros).

De esta manera tenemos un modo de desenvolvernos en nuestra sociedad, poseemos una constitución que debe ser respetada, entidades que nos defienden y alguien que elegimos democráticamente. Sin darnos cuenta ya hemos sido etiquetados y moldeados: hemos sido simbolizados. Nos llamamos peruanos porque creemos ser peruanos y porque estos tres poderes nos hacen verlo así. Compramos una realidad que está impuesta por el poder para así conseguir la convivencia social. En este sentido -como lo dije antes- el periodismo va ir develando estos mecanismos de poder; sin embargo va ir simbolizando y transmitiendo otros. Y es que la labor del periodismo no termina sólo en la información, en ser los transmisores -eso lo dejamos a los medios- sino que nos van a transmitir su opinión.

Vemos el poder como el que puede más, lo atacamos, le damos rostro, lo vemos como el individuo vestido en terno que está en el gobierno. Vemos el poder por verlo. Sin embargo no hemos reparado en como existen otro focos que se apoderan de nosotros, y al igual que los tres poderes anteriores, hacen desenvolvernos de una manera determinada. En un artículo publicado en el Diario el Comercio, Mario Vargas Llosa ve que el cuarto poder en algunas circunstancias se convierte en el primero ya que es un factor esencial de progreso y modernización a su vez como el que impulsa la cultura democrática, ejercitando la libertad de información y el derecho a la crítica. No lejos de una visión idealista, es así como debe ser la función del periodismo; pero qué sucede cuando creemos fidedignamente en definiciones como ésta y no vemos más allá. Lo más probable es que compremos sin reparo, sin advertencia, sin un tamiz a escupir y digerir lo que queremos internalizar, toda la información que la prensa destine para nosotros. Creeremos ciegamente que esa es la verdad. No hay violencia más grande que la que el periodista hace cuando se autoproclama como el defensor y abanderado de la verdad. Violencia para nosotros que todos los días tenemos que ver la noticia por la televisión, en los periódicos, o escucharla en las radios. La prensa da su opinión sea cierta o no hasta el punto de hacernos creer que es cierto lo que dice.

Ver el amplio campo del periodismo me llevaría buen tiempo es por eso que me centraré en aquel que es transmitido por la televisión. Diariamente durante las mañanas la televisión está plagada de noticieros que pugnan por tener la noticia más “calienta” o la primicia del día. El televidente tiene varias opciones o varias coacciones para elegir o dirigir su atención a una de ellas. Se encuentran los titulares, que son los hechos más saltantes del día. Pregunta: ¿y el resto de información? Esto es lo que llamaremos el método de la tijera. Ya que se recorta la noticia a los hechos más destacados. La noticia esta por ahí; pero es la misión del periodista exponer la que consideren más importante presupuestando lo que en definitiva es lo que más nos importa. Tras la noticia se encuentra la opinión del periodista la cual ha rebasado el criterio imparcial hasta el punto que cuando vimos la noticia del tipo que violó a una niña nos aunamos al eco de la voz que dirige la información para decir: monstruo, ya cayó el maldito. No encontramos así la posibilidad (antes de juzgar) de ver a un sujeto con problemas, que tras su terrible acto, debe necesitar mucha ayuda. Vemos que la opinión deforma el criterio imparcial. O cuando se introduce por todos lados las “apropiaciones” que Chile hace de nuestro pisco, chirimoya, suspiro a la limeña, etc. Dan la noticia y ponen imágenes de archivo pasadas sobre la ministra chilena, sumando a esta nota una mini encuesta a personas que alimentan este sentimiento de arrebato y apatía en contra de nuestro vecino país. Resultado: el Pisco el peruano, la Chirimoya es peruana, y ¡por favor! el Suspiro a la limeña también. El periodista también está presente como el catalizador de los sucesos culturales es así que cuando salió el Código Da Vincci se hicieron mesas, en vivo, de discusión con historiadores y teólogos para hablar sobre que tan verídico era lo que el libro afirmaba. O cuando el periodismo de espectáculos agranda los escándalos de Jaime Bayly y busca a los personajes de sus obras en carne y hueso en nuestra inefable farándula. El periodista no puede desembarazarse de buscar siempre la verdad. Estos criterios son asumidos por las masas que confían en los medios informativos. Es la máxima de si se dijo en televisión debe ser verdad.

El periodismo tiene sus aristas como el periodismo de espectáculos y el deportivo el primero muy cuestionado. El método tijera es usado también por el periodismo deportivo. Del 100% de información que podemos ver en un programa deportivo es entre un 85 %a 90% sólo de fútbol es resto engloba la miscelánea mínima deportiva como: voley, surf, tenis, etc. Es como si en nuestro país deporte fuera igual a fútbol.

De todo este recorte de información sacamos la manera en cómo este cuarto poder nos ha moldeado como sujetos que hacen eco de las opiniones del periodista, en señal abierta, como la suya. Somos cosificados por la prensa que presupuesta la información que nos puede interesar o la que nos debe interesar. Es cuarto poder no porque puede más que los otros tres, no porque nos hace más cultos y nos inyecta el germen crítico (aunque así debería serlo o podría serlo) si no porque nos está simbolizando la realidad de un manera que modela a aquellos a quienes les transmite, mediante la libertad de expresión, su o la información. En algunos casos se transmitió el poder como en el dictadura de Fujimori donde se podía hablar de un periodismo vendido y parcializado al gobierno. Claro ahí no era cuarto poder. Con el fin de la dictadura el periodismo peruano se apropio de este nombre, aparecieron programas periodísticos, uno con el nombre de Cuarto Poder otros como La Ventana Indiscreta. Programas a los cuales no se les puede restar merito por la buena labor que han ido realizando. Pero ¿hasta que punto podemos hablar del fin de esta dictadura, la de un poder para entrar a otra la del periodismo? ¿A que voz ajena le estamos haciendo caso? Lo desagradable no es esta situación, lo desagradable es creer que sólo los periodistas y el periodismo son los únicos en transmitirnos la verdad, lo desagradable es comprar esa idea caer y creer ciegamente en todo lo que el periodismo materializado por la televisión, la radio, etc. (medios de difusión masivos y poderosos) nos dice. No pensemos en encontrar un periodismo o información objetiva ya que esa gota de subjetividad no la podemos retirar de nadie. Pero si percibir de qué manera se esta manejando aquello que consumimos y compramos intelectualmente. “El periodista pone lo que quiere” ¿y que? El escritor hace lo mismo, yo también estoy haciendo lo mismo. Está en cada uno consumir todo o escupir lo innecesario y digerir lo necesario. ¿Cómo saberlo? Es una pregunta que sigo respondiendo con el ejercicio de mis actos y mi insistencia por reparar en lo que se destina para mi consumo.

10 agosto 2008

¿Es posible ser autor?

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»» Por: César Copacondori

¿Es posible decir soy autor?
Afirmaciones como la de Barthes nos dicen que: "la unidad del texto no está en su origen, sino en su destino", es decir que aquí lo que importa es la deriva receptiva. Pero en este caso existe, o hay una afimación autorial a posteriori que deviene con la muerte del autor y la aparición del otro. De tal forma se suplanta la ausencia de uno con la presencia del otro. En este sentido, ¿hasta qué punto se puede hablar de ser autor?

Si bien es cierto una definición común -y que se maneja muchas veces- es que se es autor escribiendo, se es escritor tras haber trazado algo en un papel. Pero hay una definición que se encuentra en las cimas del nihilismo, y es la del filósofo danés Kierkergaard quien dice que nunca hay conclusión de lo que se inicia; en otras palabras que la obra de un autor-en este caso la intención de decir algo- nunca estará completa. En consecuencia se podrá escribir la primera parte , mas no la segunda; o se escribirá la segunda, mas no la tercera... ¿y por qué? Porque la vida del hombre está limitada por ese límite: la vida limitada. La muerte limitadora de la vida trae el fin de ésta,"mas no el sentido de una conclusión" (1848: Kierkergaard).

Con ello podemos decir que uno se hace autor escribiendo y a su vez es escribiendo que uno renuncia a tal pretensión. En todo caso se podría afirmar un apotegma, un tanto ambiguo: El autor, es aquella persona, que escribe pero lo justifica el no decir nada.

De madrugada al mediodía

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»»Por: Jorge A. Vergara

El mediodía del martes 8 de julio, la escritora se encontró presentando un libro ante una concurrencia “en ella aislada”: Claudia Ulloa Donoso nos mostraba de nuevo Séptima madrugada (Estruendomudo, 2007) y muy a su pesar capturaba la atención del estudiante, de los presentadores, del fotógrafo (…) en medio de una curiosa charla que tardó algo más de una hora. Era la tercera fecha del ciclo “La Nueva Narrativa Peruana” y en la mesa la acompañaban Francisco Ángeles y la Dra. Nora Fataccioli. Gabriel Ruiz-Ortega se encargó de moderar el evento organizado por el grupo literario Otras voces y patrocinado por la Escuela de lingüística y literatura de la Facultad de Humanidades de la UNFV.
Pero ¿qué motivó –digámoslo así- el asedio del público?, ¿por qué esas “tiernas” preguntas inquisitorias? Lo que llama la atención de Ulloa es que no llama a la atención, de allí que haga notable su vital transparencia.

Luego de El pez que aprendió a caminar (Estruendomudo, 2006), Claudia Ulloa con Séptima madrugada se introduce en el laberinto de la hibridez que es el post, pues tenemos que “Séptima madrugada” era el nombre del blog de la escritora y que ahora impreso procura una nueva lectura. No olvidamos, por supuesto, de que se trata de una escritura diferente del resto de su generación (y en esto hizo énfasis Ángeles).
Pero la tarde no se satisfizo del libro, Ulloa le robó el interés.“¿Sobre qué escribes?” le preguntó una joven, “sobre ti, por ejemplo –respondió-, puedo inventarte un nombre”. Muchos, entonces, quisimos hacer la misma pregunta.