12 abril 2009

Un museo de la memoria para Blanca Varela

Por: Walter Toscano

Colaboración especial para OTRAS VOCES
Publicado el 15 de marzo en el blog personal de Walter Toscano.

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Conocí a Blanca Varela por sus poemas publicados hace ya más de una década en el suplemento dominical del diario El Comercio, es decir de la mejor manera que se puede conocer a un poeta.

Y al leerla me invadió una extraña sensación similar a la de estar oyendo el canto de un pájaro salvaje a punto de alzar el vuelo. Un pájaro oscuro con pies de humano, con voz humana -no de hombre o mujer, como suele apreciarse en muchos poetas posteriores a ella sino simplemente humana-, ojos humanos y corazón de pájaro alimentado con esta realidad mal cocida.

Blanca Varela ha muerto, y su desaparición corporal nos desgarra a todos quienes amamos su poesía (nos estamos quedando sin los grandes maestros de la poesía peruana, vida; pero con la hermosísima distancia de sus cuerpos y la cercanía de sus versos)

Mentiría si dijera que la conocí en vida: sus ojos contemplando la tarde mientras la noche comienza a respirar. Y sin embargo, me enseñó cómo atravesar el camino críptico de la vida por medio de su poesía, y a salir ileso luego de ese viaje, y a conocer el círculo de la muerte desembocada otra vez en vida.

Blanca Varela se nos ha ido de los ojos -pero no del centro del corazón-, se nos ha ido de nuestros ojos que reclaman su persistencia con los versos, con sus versos que ahora ululan y nos dicen que su muerte es una de otras falsas confesiones, que el puerto donde se encallan sus flores para el oído es la luz de día que nos perseguirá hasta conducirnos por el camino a Babel hasta terminar convertidos en fantasmas de cada hora.

Estas pequeñas palabras son para ti, Blanca Varela, mi Blanca Varela, mi poeta favorita.

Ahora todo canta a la altura de tu rostro suspendido como una luz eterna entre la noche y la noche, Blanca Varela, mi Blanca Varela, mi poeta favorita, mi más grande fantasma mil veces muerta, recién nacida siempre.

Casa Grande, domingo 15 de marzo de 2009.


POEMAS DE BLANCA VARELA


Curriculum vitae

digamos que ganaste la carrera
y que el premio
era otra carrera
que no bebiste el vino de la victoria
sino tu propia sal
que jamás escuchaste vítores
sino ladridos de perros
y que tu sombra
tu propia sombra
fue tu única
y desleal competidora.

La muerte se escribe sola

la muerte se escribe sola
una raya negra es una raya blanca
el sol es un agujero en el cielo
la plenitud del ojo
fatigado cabrío
aprender a ver en el doblez
entresaca espulga trilla
estrella casa alga
madre madera mar
se escriben solos
en el hollín de la almohada

trozo de pan en el zaguán
abre la puerta
baja la escalera
el corazón se deshoja
la pobre niña sigue encerrada
en la torre de granizo
el oro el violeta el azul
enrejados
no se borran
no se borran
no se borran

Strip-tease

Quítate el sombrero
si lo tienes
quítate el pelo
que te abandona
quítate la piel
las tripas los ojos
y ponte un alma
si la encuentras