29 junio 2010

Las palabras del Rímac

Por: Óscar Limache

En los años 30 del siglo pasado, el gran poeta mexicano Gilberto Owen (1904-1952), nacido en Sinaloa y criado en Toluca, llega a Lima en misión diplomática y hace amistad con varios escritores peruanos de la época. Su libro Perseo vencido, comenzado por esos años, es publicado definitivamente en Lima en 1948.

Tres cuartos de siglo más tarde, el poeta mexicano Felipe Mendoza, nacido en Sinaloa (1968), luego de seguir los pasos de Owen desde su tierra natal hasta Toluca y con el fin de recopilar datos para una futura biografía del autor de Perseo vencido y Sindbad el varado, llega a Lima y recorre las calles y los lugares que años atrás Owen conoció y entra en contacto con una nueva generación de escritores peruanos reunidos en la ciudad de Barranca con motivo del Festival Cielo abierto.

Producto y testimonio de este viaje poético y espiritual de Mendoza a nuestro país son los textos contenidos en Las palabras del Rímac, que el Centro Peruano de Estudios Culturales se complace ahora en publicar como prueba y celebración de esa estrecha y fructífera amistad que desde hace mucho tiempo existe entre los escritores de dos países con tan extensa tradición cultural como son México y Perú.

MENDOZA, Felipe. Las palabras del Rímac. Lima: Centro Peruano de Estudios Culturales, 2010.

17 junio 2010

La verdadera historia de Sarah Ellen

Por: Max Pinedo Yahuana


El viaje que nunca termina de Carlos Calderón Fajardo es una novela corta de tendencia gótica con alusiones a la rabdomancia, la licantropía y el vampirismo.

Se nos presenta un viaje casi épico de un matrimonio singular los Roberts: John P. y Sarah, esta se encuentra “poseída” por la creencia de ser un vampiro; sin embargo, este comportamiento “era una forma de protestar contra la sociedad burguesa: ser anormal hasta el escándalo”.

Los esposos abordan el Estrella de mar al mando del capitán Álvarez rumbo a Sudamérica. En el trayecto desfilan una serie de cosas raras y espantosas, como la desaparición misteriosa de los tripulantes y asesinatos en La Habana, además de la enfermedad que ataca en el trayecto a John: el cólera. Ante la creencia de que Sarah es culpable de estos acontecimientos son expulsados de La Habana e impedidos de anclar en todos los puertos de Sudamérica, pero es en una caleta de Pisco donde por fin el capitán Álvarez se despide de ellos.

Esta novela es otro ejemplo del modo en que la literatura adopta los mitos ancestrales y populares amenazados por la modernidad y los devuelve en forma de leyendas urbanas. Ubicar aquí, el término ancestral, ya que si bienes cierto lo ancestral en el Perú deriva de otros orígenes ajenos al vampirismo, usamos el término para referirnos a un fenómeno que ocurre en la literatura como producto cultural y que, creemos existe en todos los pueblos. En la novela están presentes estas características y el autor con gran maestría, nos brinda una sucesión de datos históricos que justifican el retorno de Sarah en la década de los noventas, luego de que prometiera resucitar después de ochenta años. Sin embargo ahora, reinventada en pishtacos y seres que sacan ojos, elementos que, según el autor, son la analogía de tendencias políticas así como formas de gobiernos y ejércitos de “vampiros, ávidos de sangre”. En la actualidad Sarah “se instala en la cotidianeidad del mundo moderno” paradójicamente venerada como una santa.


CALDERÓN FAJARDO, Carlos. El viaje que nunca termina (la verdadera historia de Sarah Ellen). Lima: Altazor, 2009

13 junio 2010

El fraude del arte moderno

Por: Walter Toscano


Marla y una de sus obras, en el afiche promocional de "My kid could paint that".

Obra de Jackson Pollock.

Marla es una niña que descubre el velo cínico del arte moderno, con la venta de sus cuadros a precios exorbitantes. En el documental “My kid could paint that”, simplemente el manto que cubre el show business de la pintura abstracta se cracela y cae ante nuestros incautos ojos. Y nos preguntamos, ¿qué hace genial a un artista? ¿Es su gran capacidad al resolver en arte su original manera de ver, de sentir? ¿Qué hace genial a un artista? ¿Por qué una pintura cuesta más que otra con estilo similar? ¿Por qué tan fácilmente se confunde genialidad con seudogenialidad? Realmente hay más sobras del arte moderno que obras artísticas, pues el arte se ha despersonalizado.
El arte no debe dejarse llevar solamente por el impulso. Hace varias décadas atrás, un chimpancé ya nos había demostrado que cualquiera que se propusiera podía pintar a la manera de los grandes maestros de la pintura abstracta. ¿Dónde queda, entonces, el conocimiento teórico del color y la composición? ¿Acaso el arte abstracto es producto del azar y no del conocimiento cabal de la teoría del arte visual en su más diáfana magnitud?
La producción pictórica de Jackson Pollock es otra gran mentira. Sus obras resultaron de la casualidad. ¿Reside su “genialidad” en su técnica, en el action painting igual como los niños pintarrajean papeles o paredes? No es que todo el arte actual o de las últimas décadas sea fraude, pero sí la mayor parte de las obras artísticas es basura del impulso. Y en esto los críticos y actualmente los curadores han tenido mucho que ver para que la pintura haya devenido en mierda, mierda pura.
Hace algunas semanas, un grupo de críticos, curadores y gente vinculada mercantilmente al arte en Perú o con intereses personales o grupales, discutieron –entre otros temas- acerca de qué era arte y qué no. Uno de ellos calificó al degradante video Kouri-Montesinos como una muy probable obra de arte moderno. ¿Obra de arte moderno? Así es, leyó muy bien: obra de arte moderno. Entonces vale la pena preguntarnos, ¿quién es el artista? ¿Kouri? ¿Montesinos? ¿Quien puso la cámara a filmar? Acaso, ¿la cámara fílmadora? ¿O es un trabajo colectivo?
Lógicamente, muchos nos dejamos llevar por lo que queremos ver. Yo rayo a lapicero 32 líneas de manera improvisada –como lo haría un niño de 6 años-, y el resultado bien podría ser de agrado para el ojo de un crítico o curador actual.
Hasta la estupidez. Sí, hasta este punto ha llegado el alcance de la vista, hasta estas estúpidas sensaciones provocada por una mente cínicamente entrenada por el inconsciente, perfilada o manchada con incontables desechos verbales, porque el crítico o curador traga y vomita verborrea protegida por el halo sagrado que les ha otorgado la modernidad. Para darse cuenta de ello, apenas nos bastaría con desgajar un diario, revista o catálogo de arte contemporáneo para leer sus burbujeantes teorías en defensa de sus propios intereses: seguir estafando al público que se podría llamar “cultivisual” o “cultiartístico”. Escoja Ud. el mejor término. Y todo ello porque han llegado al tope de sus miradas miopes. ¿Qué podemos esperar de todo esto, de todo este cinismo en que se ha convertido el arte moderno? Sólo pasar a otra ventana pictórica, a otra que tengamos que mirar sin la desconfianza originada por los críticos o curadores de fétidos discursos oficiales, o el círculo vicioso se habrá iniciado.

12 junio 2010

Más Luis Hernández

Por: Pamela Medina

Luis Hernández es una de las voces más representativas de su generación, la del 60. Su poesía buscó una forma particular de expresión. Una suerte de viajero de la vida cuya bitácora imprime un secreto que a la larga será de todos. La manera poco usual de su creación consiste en la elaboración de cuadernos con poemas de corto y largo aliento que acompañan unos gráficos a todo color. Precisamente el poemario protagonista de esta nota, Vox Horrísona, forma parte de esta serie de cuadernos. La obra de Hernández presenta elementos constantes coloquiales, irónicos, pero a su vez algunas citas cultas no escapan del universo lírico que el poeta ha construido. Temas como la vida, la poesía y el amor son abordados desde un lenguaje que pretende hacer poesía desde la cotidianidad.

Para el poeta la poesía es vida (idea que ya venía con Eielson en la generación del 50) y un ejemplo de esta sentencia lo encontramos en el poema ‘’Canción para Wolfang Goethe’’: “Qué breve es la vida / Se inicia la Poesía / La voz que incontable / Y en misterio / Vuelve para tomar / De cada ser su primitiva / Forma”. El acto de escribir es observado como un modo de extraer lo más profundo del ser humano. Esta experiencia surge como inmortalización ante el carácter fugaz de la existencia.

Posteriormente observamos la imagen en otro de sus poemas sin título: “ […] Y creo que La Poesía / Es entregar al Universo / El propio corazón / Sin desgarrarse / "O make me a mask" / Únicamente un ejemplo: / La poesía conduce / Hacia la propia destrucción / Poor Dylan Thomas!”. El acto poético se personaliza, poesía y vida; sin embargo, esta relación más que un acto romántico, en Hernández, se presenta como una manera de ligar el hacer poético a la experiencia cotidiana y citadina. Partiendo de la idea de sus cuadernos como bitácora, Vox Horrísona está compuesto por esas imágenes citadinas como la calles de Jesús María y Barranco. En el poema ‘’Preludio numero ocho en la menor’’, la ciudad, Lima, es poetizada, exaltada desde elementos que forman parte de la urbe y de la rutina del ciudadano en ella: “Los campos del trigo […] Es del color / De Lima mi ciudad / El mismo Sol / Del planeta donde / Yo haya nacido […] Las monedas / De Jesús María / Mi barrio natal. / Tienen el extraordinario / Brillo / De todo lo que amamos […] De lo que alguna vez / amamos / El brillo de los vidrios / En la pista / Cascos de cerveza/ Vitrinas coloreadas / Con la lentitud / De la tarde invernal […] En un árbol / Descansa el universo / Que aún merece / El reflejo / En las tiendas / Coloreadas […]”. Monedas, tiendas, cascos de cerveza trascienden el vínculo ordinario para formar parte del universo lírico del poeta. La ciudad se convierte de esta manera es un espacio que marcará el acontecer literario de este autor.

Otro tema constante en Vox Horrísona es el amor, que no escapa a la vida citadina mencionada. El amor asociado al recuerdo de las estaciones como el poema ''Tres cantos de amor'': “¿Recuerdas tú / La Primavera? / El claro Sol / Y tú sonrienteQuizás así me amaras / ¿Recuerdas tú / Del Sol / El límpido fulgor? […] Olvida mejor / La Primavera”. En el poema ‘’El elefante asado’’, el amor es un instancia fugaz que va a la par con el rumbo itinerante del poeta: “Tengo el sueño vago/ De haberte visto; / Y también entreabrirse / El aire / A tus pasos amor mío. / Y entre vidrios, / Bajo, en el horizonte: / El día”. Sin embargo, no es hasta la aparición del personaje Billy The kid en donde la presencia del amor se vuelve un juego de varias voces y varias maneras de evocarlo: “Pero soy Billy / The Kid / Y como voy / Herido por la / Espalda he / Dejado a mi / Amor, que no / Me espera, / Porque el tiempo / Es breve; pero / Me ama”.

Un elemento, que un crítico mencionó como los nuevos dioses de esta generación de poetas, son las lecturas de Eliot y Pound. Esta particularidad no sólo obedece a una cita de Ezra Pound en el poema ‘’El elefante asado’’, el tópico incide, al modo de Tierra Baldía de Thomas Eliot, en una cantidad de citas textuales en otros idiomas; aunque los contextos evidentemente son diferentes, en la obra de Hernández estas citas vislumbran la complejidad de su mundo, una suerte de distintos códigos que obedecen a la apertura de más lenguajes. En esta línea, hay un rasgo en el que no hemos incidido, pero que desde nuestra lectura merece toda la atención. Nos referimos a la presencia cromática en el poemario. No es otra cosa más que lo relacionado a los colores. La manera poco usual de creación, a la que nos referimos arriba, contempla una relación intertextual con sus dibujos. Es decir, nuestra lectura debe teñirse de rojo, azul o amarillo para poder alcanzar una cabal comprensión del porqué de algunas características presentes en el texto que estamos describiendo. Nos referimos a la función de los colores como epítetos de algunas imágenes representativas en el mundo del poeta. Por ejemplo, en el poema ‘’Canción para Wolfang Goethe’’ la presencia cromática es sencillamente completa: “Los cromáticos yates / Cruzan el mar azul / Azul Prusia / de la Herradura / Los cromáticos días / Que jamás no han de volver / Plenan de flores geranios / Blancos y el esplendor / De los bares: Paz de los bares”. Cuando el autor caracteriza al mar es capaz de reconocer más de un azul o en blanco esplendor de los bares que representa la simbología del blanco con la paz. De este modo, el yo poético construye su concepción del mundo a partir de los colores en donde los días son cromáticos.

Por lo dicho, con Vox Horrísona el lector asiste a un estallido de lenguajes que nos sitúan ante la vida itinerante de un poeta y su bitácora de vida. Las ilustraciones de sus cuadernos trascienden el marco de lo gráfico para trasladar este aspecto particular de captar el mundo y en él su experiencia en la ciudad. Es así, que el poemario dialoga por todas partes convirtiendo la voz de este poeta en un ensordecedor canto.

02 junio 2010

Alucinado

Por: Armando Alzamora

La reciente aparición del libro Alucinado (Lustra, 2009) del poeta Luis Boceli representa un caso atípico en la poesía peruana de la llamada ‘’Generación del 2000’’. Su lectura nos llevará a plantearnos una primera cuestión ineludible con respecto a sus coetáneos: ¿existen poéticas coherentes que sustenten la práctica escrituraria? Una revisión sin mucho rigor en las publicaciones más significativas de la década delatará una respuesta desalentadora. Sin embargo, ya que existen pocas excepciones, es necesario incluir desde ahora en ese grupo a Luis Boceli.
Alucinado es la segunda publicación de Boceli, pero es preciso acotar que presenta una estrecha relación con su ópera prima Pizzicato Labio (Hipocampo, 2006): una serie de epígrafes sacados de esta última se despliegan a lo largo del libro, en una clara emulación al Martín Adán de Travesía de extramares. Respecto a este punto, también es importante resaltar la presencia del heterónimo Silecob (léase Bocelis) en ciertas citas como una intención del autor por ficcionalizar su identidad.

El libro lo componen catorce poemas; dos de ellos, los primeros, bien pueden considerarse como notas introductorias del corpus. Por ejemplo, el texto inaugural es una dedicatoria sarcástica sin fin protocolar: ‘’Dedico este buffet irónico a mis progenitores, hermanos, amigos, a la flight attendant del cielo asiento número 42 y a la fiel doctora que peina mi alma tropical aunque ya no esté conmigo. (Esto es un libro motorizado, si manejo mal llamar al 997304032 o al 99430013) ''. El segundo poema, intitulado ‘’Manifiesto Alucinado’’, actúa, con su cota de ironía, como un extraño paratexto, pero también como un arte poética: ‘’Porque hasta lo circular tiene sus deformaciones/ Como el Sol que se extingue, por no decir / que se desinfla como los neumáticos’’. El poeta parece, desde el comienzo, soplarnos al oído la irónica inflexión de su verbo.

La estrategia de Boceli es partir de la anécdota, del desencanto mordaz de la vida, procreando, a su paso, un discurso por momentos proverbial. Es así como rastreamos los tránsitos de su textualidad: la transformación paulatina del texto en un objeto estético maduro. El poeta es consciente que el armatoste de su poética es un constante retorno: o al momento crucial o a los detalles simples, impresos u omitidos por la memoria, para recuperarlos e insertarlos en un renovado discurso reflexivo que se mueve en el presente. Dada su movilidad, su discurso poético no es estático, porque sobre la marcha vuelca su mirada sobre el pasado para reactualizarse. Es la manera como Boceli expone sus temas. Vemos por ejemplo, la existencia de una tesis amorosa: el poeta "discrepa de Ovidio", censura su arte, nos canta uno nuevo: "A las mujeres ahora les gusta los lugares públicos, al aire libre". Y en su tesis cabe todavía la posibilidad de un amor elevado, aunque nunca exento de ese hálito hedonista: "Económicamente hablando el amor no es gasto, es inversión:/ Tú das amor para recibir amor./ Saber vender es saber cobrar./ Yo no te cobro por tus servicios, / nos pagamos mutuamente en especies".

Boceli discute la poesía con poesía, "le jala las patillas a su arte", su poética es un cuestionamiento constante de su propia concepción. Por eso este libro es una evolución en comparación con el grueso de su generación; por eso he afirmado al inicio que el poeta forma parte una legión diferente: es dueño de una dicción con sustento, impulsor de una poesía manifestaria e insurrecta (bástenos leer los manifiestos que aparecen en el internet bajo su nombre) que espira coherencia.

La poesía debiera ser un acto de descubrimiento, el acceso a un código develador y prodigioso, o, como diría Huidobro, "el vocablo virgen de todo prejuicio; el verbo creado y creador, la palabra recién nacida". Con Boceli asistimos al cumplimiento de ese precepto; poética y praxis confluyen, como aguas de dos afluentes cercanos, en un mismo caudal. De nosotros depende navegar por sus aguas o dejarnos llevar por las sosas corrientes de la poesía actual.

BOCELI, Luis. Alucinado. Lima: Lustra editores, 2009.